No hay planeta B, por lo que no hay plan B. En este sentido, la cosmovisión del rol de las empresas y la forma de hacer negocios debe, y está cambiando, aunque no es una tarea fácil.

Nicolás Jerkovic.

Director de Sostenibilidad Instituto de Auditores Internos de Argentina.

Recientemente el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), luego de 6 años, emitió su 6to informe. El IPCC es el organismo científico internacional de mayor referencia en temas de cambio climático. En su último informe reconfirma lo que ya no hay dudas, el calentamiento del planeta es inevitable, es causado por la actividad humana, y son cada vez mayores los esfuerzos que se requieren para lograr objetivos mínimos indispensables.

La importancia de esto radica en evitar llegar a una situación o punto de no regresión («tipping point» en inglés), es decir, evitar la posibilidad de que se genere un efecto dominó, por el cual el calentamiento se vuelva imparable con cambios en el equilibrio ecosistémico imprevisibles. En este contexto, un informe del Pacto Global afirma que no están siendo suficientes los esfuerzos voluntarios del sector privado para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La incorporación de la gestión de capitales naturales por parte de las entidades, requiere redefinir los objetivos organizacionales y considerar en su definición los contextos de sostenibilidad, es decir, reconocer cuáles son los umbrales a partir del cual la explotación de un recurso se convierte en insostenible si se supera dicho umbral, para luego definir en forma colaborativa con las partes interesadas la repartición justa y equitativa de la utilización de los recursos del capital natural. Esta forma de definición de objetivos requiere un pensamiento sistémico en su máxima expresión, sobre todo en negocios que tienen planes de crecimiento y expansión.

Los cambios de paradigma implican un cambio cultural y de mentalidad, que difícilmente la ley o decretos puedan lograr el proceso de cambio si no hay un convencimiento real de la necesidad de cambio. En este sentido, la cultura de cumplimiento normativo ya no es suficiente para lograr los esfuerzos que se requieren para resolver los problemas de cambio climático. Es por esto que el liderazgo transformacional que se requiere del sector privado, debe superar el debate actual respecto a si la empresa, en relación al cambio climático, debe actuar para gestionar su impacto en la rentabilidad del negocio, o debe actuar como respuesta a asumir su responsabilidad por los impactos que la empresa genera en la sociedad al emitir gases de efecto invernadero. El segundo sin dudas es el enfoque apropiado para una problemática que requiere de abordajes coordinados, en base a compromisos de colaboración más allá de los intereses individuales de rentabilidad económica.

¿Pero quién debe llevar adelante el liderazgo transformacional dentro de las empresas? La respuesta es: en forma individual… todos. Aunque para esto resulta fundamental que la empresa trabaje con una filosofía basada en «Gobernanza Transformacional» que contribuya a prácticas corporativas responsables, inclusivas, y transparentes, y que permita el fortalecimiento de la cultura empresaria basada en la ética, y la creación de confianza entre las instituciones públicas, privadas, y la sociedad civil.

En todo esto, la nueva figura del Director de Sostenibilidad en el organigrama de las empresas (CSO por sus siglas en inglés) resulta indispensable. Esta figura, aun escasa en las empresas, tiene un rol relevante en el Gobierno Corporativo, asesorando a los órganos de gobierno y sus diferentes comités en la agenda estratégica del negocio en el contexto del desarrollo sostenible. Y en su interacción con las diferentes áreas organizacionales (finanzas, recursos humanos, marketing, operaciones, ambiente, gestión de riesgos, auditoría interna, etc.), tiene el rol del liderazgo intelectual de la agenda de sostenibilidad, ayudando a los equipos y departamentos corporativos a alinearse mediante la interconexión, involucramiento, y educación, para así lograr el cambio cultural y de mentalidad que impone el desafío del desarrollo sostenible y el cambio climático.

VER ARTÍCULO ORIGINAL: https://www.cronista.com/columnistas/cambio-climatico-la-urgencia-de-una-nueva-agenda-corporativa/
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